jueves, 2 de febrero de 2012

Clint Eastwood tras la cámara


Durantes estos día se lleva a cabo a lo largo de toda nuestra península el esperado estreno de la última película de Clint Eastwood, un biopic en el cual Di Caprio se mete en la piel de John Edgar Hoover, el director general del FBI en J. Edgar (2011). Este estreno nos viene que ni pintado para repasar la filmografía de uno de los directores más longevos e influyentes del cine actual.


Una primera aparición en la televisión, pujante por aquel entonces, en la serie sobre el oeste “Rawhide” (1959) le da la oportunidad de darse a conocer para el gran público a la vez le abre definitivamente las puertas de Hollywood para afianzarse en la gran pantalla. Estos años son primordiales para el futuro Eastwood cineasta, pues en cuando entabla relación y amistad con los que el siempre ha considerado sus dos mecenas y más claras influencias a la hora de rodar: Sergio Leone (binomio sobre todo recordado por su trilogía del dólar) y Don Siegel (con quien colabora hasta en cinco ocasiones y destacando otro de sus grandes personajes: el gran Harry Callahan de “Harry el sucio” [1971]).

Su debut tras la cámara no tarda en producirse y resulta ser un estupendo thriller titulado “Escalofrío en la noche” (1971), una inquietante historia de acoso. Su siguiente obra sin embargo ya se ve claramente influenciada por el trabajo que venía haciendo por aquel entonces como actor y con un prisma y una visión muy del gusto de sus ya citados mentores. “Infierno de cobardes” (1972) se ambienta en su tan “conocido” oeste. Un ciclo que a día de hoy se cierra con una de sus mejores y más aclamadas obras “Sin perdón” (1992) (con la que consigue cuatro de los diez Oscar a los que estaba nominado). En medio grandes clásicos del género como “El fuera de la ley” (1976) o "El jinete pálido” (1985).

 

Pese a esa clara influencia el cine de Eastwood se caracteriza por su versatilidad y su profunda búsqueda de la perfección por medio de historias simples, muchas de ellas basadas en el afán de superación, la injusticia y la mayoría de marcado carácter de denuncia social.

Hallamos reflexiones sobre la muerte como “Ejecución inminente” (1999) donde aborda la pena de muerte, “Million dollar baby” (2004), otra de sus películas más laureadas (que le acercó de nuevo cuatro Oscars) en donde diserta sobre la eutanasia y la más arriesgada “Más allá de la vida” (2010) sobre la capacidad de los mediums para aportarnos algo sobre el más allá.



Otras son historias con huraños personajes de turbios pasados en busca de su redención como “Un mundo perfecto” (1993), un presidiario fugado que elije en su fuga al rehén “equivocado”, “Mystic river” (2003), un policía que se debate entre la venganza o la aplicación de la ley, o “Gran torino” (2008), un huraño veterano de guerra de aprende a convivir en una América cada vez más cambiante.


Sin olvidarnos de ese Eastwood romántico, que reivindica y dignifica la importancia de  la madurez como una etapa evolutiva más del ser humano como en su premiada “Los puentes de Madison” (1995) con ese amor otoñal, o en una demostración de superación personal en “Space cowboys” (2000).


La superación personal y la perseverancia ante la injusticia y las adversidades es otro de los temas recurrentes del director californiano. Lo podemos ver en dos de sus recientes aportaciones: en “El intercambio” (2008) en donde una inconsolable Angelina Jolie busca sin cesar a su hijo víctima de un complot internacional y la excelente adaptación del bet-seller de John Carlin “Invictus” (2009) en una especie de autobiografía de Mandela, a través de los hechos acaecidos durante el mundial de rugby de Sudáfrica de 1995.



Interesantes resultan también las incursiones de Eastwood en el cine bélico. Memorable resulta ya su “Sargento de hierro” (1986) y esa especie de díptico sobre la segunda guerra mundial en “Banderas de nuestros padres” y “Cartas desde Iwo-Jima” (ambas de 2006) donde muestra los desastres de la II guerra mundial entre japoneses y estadounidenses desde el punto de vista de ambos contendientes.


De Don Siegel “heredó” esa capacidad de conjugar ese cine de acción de personajes duros que nada tienen que envidiar a Harry Callahan con estupendos thrillers.  De aquí se extrapolan películas como "Ruta suicida” (1977), que le valdrá también para conocer a su segunda esposa Sondra Locke, “Impacto súbito” (1983), lo más parecido a su exitosa trilogía de Harry o “Poder absoluto” (1996) entre otras.



Una gran versatilidad por tanto para este longevo director de ochenta años, que mucho más allá de su faceta de reconocido actor y que a base de trabajo y dedicación (ya prepara un remake de “Ha nacido una estrella” junto a Beyonce) ha conseguido entrar en la historia del cine y servir de referencia para toda una generación de directores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario