miércoles, 28 de diciembre de 2011

Ray Harryhausen


En una época cada vez más informatizada y en que los efectos especiales en el cine son cada vez más y más avanzados, desde escenarios completamente creados por ordenador a películas rodadas íntegramente con stop-motion, pasando por el tan manido y en boga en los últimos tiempos “efecto 3D”. Uno no puede evitar echar la vista atrás y rememorar el inicio de estas perfeccionadas técnicas. Pioneros que  sustituían la falta de tecnología y sobre todo de dinero con una imaginación desbordante. Tal es el caso del ya citado Méliès en los albores del cine o del protagonista que nos acompaña en esto post. El genio del stop-motion Ray Harryhausen.

El papel que Harryhausen desempeñaría en la historia del cine ya se empezó a gestar bien pronto, pues ya de pequeño era conocida su gran afición por las maquetas y los seres fantásticos. Esos seres que tan magníficamente supo insuflar de vida en los cientos de películas en la que le tocó recrear, seres mitológicos, hordas de guerreros muertos, extintos dinosaurios o monstruos abisales para deleite de todos los espectadores y desgracia de los comprometidos héroes de sus películas mitológicas.

Harryhausen comienza sus andanzas en Hollywood a finales de los cuarenta. Su estreno oficial en “El gran gorila” (1949). Sus avances en el apartado técnico y sus experiencia con los cortos y la animación le da la oportunidad a Ray de patentar incluso una técnica, utilizada en muchas de sus películas al margen del stop-motion (moviendo fotograma a fotograma sus maquetas de monstruos): la “dynamation”, proyectando animales en una pantalla, delante de la cual actuaban los actores´.


Su época dorada resultan ser los cincuenta y los sesenta; veinte años a lo largo de los cuales el cine de aventuras crece de la mano de sus técnicas. Ya en los cincuenta aparecen las grande películas del género: “El monstruo de tiempos remotos" (1953), "20 millions miles to earth" (1957) o "Simbad y la princesa" (1958) (su primera película en color)







Los sesenta son testigos de su genilidad y firma sus obras maestras: “Los viajes de Gulliver” (1960), “Jasón y los Argonautas (1963), (quizá su obra más reconocida), o las prehistóricas “Hace un millón de años" (1966) (para mayor gloria de Raquel Welch) o “El valle Gwangi” (1969).





Tras eses años de apogeo Ray Harryhausen se desvincula del cine, y pese a esporádicas aportaciones en los años venideros, sus apariciones no dejan de ser anecdóticas. Eso no exime de desde aquí le concedamos la importancia que se merece. Seguramente grandes hitos del cine moderno, como el espectacular “Parque jurásico” (1994) de Spielberg o la innovadora “Avatar” (2009) de Cameron no habrían existido de no ser por el buen hacer de este creador de esos monstruos y seres fantásticos que a muchos nos fascinaron de pequeños, cuando los ordenadores y la infografía eran también de ciencia-ficción.

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